sábado, 1 de agosto de 2015

Me han dejado sin cenar

Estos pedazo de bastardos me han vuelto a dejar sin cenar.

Se pusieron a jugar a sus mierdas de jueguecitos de mesa, y yo como soy una señora de bien, y no una arrabalera callejera, no me junto con ellos para jugar.

Así que les dejé jugando, con su dados y sus gritos.

Pasando hambre.

Mucho hambre.

Joder, qué puto hambre tenía


Pero escuché unos pasos que subían, y pensé que estos desgraciados por fin me harían la cena que me he ganado. Así que, con un sutilidad felina que estos animales no podrían captar, le pregunté a la madre de la familia que nos venía a gorronear que "si la niña había cenado", ya que la iban a meter a dormir.

Con esta inteligente estratagema esperaba que me dijesen "no, todavía no, por favor, Mari*, baja a cenar con nosotros este cabritillo asado que hemos hecho para ti" (*Mari es mi nombre en clave). Yo es que soy de cenas ligeritas.

Así tenía que ser mi mirada famélica


Pero va la tía esa y me dice "Ya le hemos dado de cenar a la niña".

Y yo muriéndome de hambre, malditos bastardos.

Casi ni me mantengo en pie.

Es cierto que me había puesto hasta las trancas en la comida y que tengo el armario petado de frutos secos y dulces pero... joder, estos cabrones me querían matar de hambre.

Así que, hice un esfuerzo con mis últimos restos de energía y bajé, tambaleándome, por las escalera. En un hilillo de voz les logré desear buenas noches con todo mi buen corazón. Los muy hipócritas me dijeron "Oye, que estamos preparando la cena"

¡A las 12 de la noche la cena! Estos ácratas se creen que alguien como yo puede cenar a la hora que les salga de sus santos kiwis.

Las doce de la noche, ¿hora para cenar?


Así que, en un acto de elegante desdén, les dije que no mientras subía las escaleras a mi habitación, sin dedicar una mirada atrás para no convertirme en sal.

Otro día seguiré narrando los abyectos actos que hacen contra mi.
Este es mi blog, el de una suegra incomprendida, que vive el infierno diario con mi hija y el otro. Escribo aquí como medida de poder lanzar al mundo un mensaje de ayuda.

Sufrimiento puro